La Izquierda del Siglo XXI. La Izquierda Libertaria.

27 de septiembre de 2006

Cuatro aportes concretos a la civilización del carro

1) El límite máximo en los coches a 130 Km\h. ¿Por qué vender coches fabricados para romper las leyes? ¿Por la misma razón que la Asociación del Rifle en EEUU prohíbe la prohibición de las armas, argumentando que es un derecho, y no una obligación, el matar a otro ser humano? Limitadores de velocidad para que los conductores no se maten los unos a los otros, unas familias contra otras en las autopistas, unos individuos cargados de armas, a veces de alcohol, a veces de drogas,a veces de desidia, que dan y se dan muerte cada día en las carreteras.

2) La peatonalización de los centros históricos de las ciudades. Que las gentes recuperen el espacio primordial que ahora se le otorga a la máquinas. Ciudades para el transporte público en todas sus variantes, para el metro, el autobús y también los tranvías. Construir los nuevos barrios y ciudades para los paseantes, no para los automóviles. Construir pensando en que el coche se dejará en un parking que enlace con el transporte público. Y que los barrios más antiguos y los barrios más nuevos sean sólo para el que anda y hace ciudad a su paso.

3) Repensar el asfalto. Que todas las vías tengan árboles y jardines. Que todas las autopistas tengan carriles para las bicicletas y para el que camina, el que anda y el que pasea. Y naturaleza, no sólo en las lindes, sino hasta el horizonte. Que el transporte se piense para los seres humanos. Que se vuelvan a construir, tan bien como hace dos mil años, calzadas romanas. Así seremos personas y no carnets de conducir.

4) Que regresen las personas de los lugares por las aceras. Jamás en camilla. Que ninguna tienda esté lejos de donde vivan los hombres. Que se pierdan los centros comerciales en el interior de las ciudades. Que las calles se llenen de la vida que ahora se encierra en los pasillos y en las escaleras mecánicas. Que vuelvan las sillas a las puertas de las casas y los bancos sean sobre todo los sitios donde la gente descansa y no donde venden su vida a cambio de unas migajas de ocio. Que se haga al fin realidad aquel cartel anarquista: Nuestra felicidad llegará cuando trabajemos para la colectividad y no para los bancos.