La Izquierda del Siglo XXI. La Izquierda Libertaria.

13 de septiembre de 2006

La Izquierda Conservadora (II)

Al paso al que va el mundo la Idea de una Izquierda Conservadora, de que ese es el camino de la Izquierda y no ninguna otra vía, parece un termino que, bien pensado, no ha de resultar contradictorio. ¿Que hay que conservar? Los valores de la Izquierda, la naturaleza de las personas en un mundo cada vez más alienante, el medioambiente, en todos los sentidos, en el que el individuo se desenvuelve día a día, la esperanza en un sistema garantista, que la derecha desmantela por principio, y que costó generaciones de luchas poner en pié. En un Occidente sin industria, al ritmo en el que hoy se asientan, se reproducen y se largan las transnacionales, como las cucarachas, Europa parece que será cada vez más un puro sector servicios en pocos años que una tejido productivo completo y ejemplar en los tres sectores. Incluso la Europa del Este vivirá igualmente en una generación la desmantelación de su tejido industrial al ritmo de vértigo en el que el Capitalismo va mutando mientras permanece el silencio, o el desinterés atronador de las mayorías, por sus propias sociedades y democracias.

"Izquierda Conservadora" no es el mejor eslogan para presentarse a unas elecciones. Nada hay de derechas en la elección de este concepto para lanzar ideas, pero si pretendo acercarme con ello a la severidad de las primeras izquierdas, las del final del siglo XIX y las de principios del siglo XX. Pienso, por ejemplo, que el voto ha de ser obligatorio y siendo obligatorio el voto, debe de existir el derecho a la objeción de conciencia a votar y que el ciudadano, desde el ciudadano de ética ácrata, hasta el ciudadano simplemente apático, deben de justificar porque renuncian su derecho. Pienso que el ciudadano para mantener todos sus derechos, la seguridad social o el carnet de conducir, deben de presentarse a un pequeño examen todos los años en el que se demuestre que conocen la Constitución y las Leyes, sus derechos y obligaciones, pienso que en la eterna adolescencia en la que el mercado cautiva a los ciudadanos el voto, además de obligatorio, debe de ser a partir de los 21 años, cuando ya hay una mínima madurez de las personas y que, mientras, se debe cumplir con un servicio social, no como la mili o la prestación social sustitutoria, la primera por militarista y la segunda porque quitaban puestos de trabajo, sino que el ciudadano, para serlo, debe de formar parte del corpus social e incorporar la solidaridad, como una obligación ética que tenemos ante el derecho a la solidaridad que tienen nuestros conciudadanos. Una vuelta de tuerca a la separación categórica entre derechos y obligaciones que predomina en el imaginario social de manera irresponsable, como una red en la que la bondad de unas minorías es solamente aprovechada para el ocio de las mayorías.

La Izquierda Conservadora, la izquierda substancial. Así pienso que o se fortalece a la sociedad civil o se asentará el status quo del capitalismo productor de la apatía vegetativa de los ciudadanos que no ejercen su derecho a un mundo mejor. Otro mundo es posible, un mundo sin democracias.