La Izquierda del Siglo XXI. La Izquierda Libertaria.

23 de septiembre de 2006

La ficción de los hombres con camino.

Vota, pero escucha:

"En las agrupaciones de tipo político, todo viene impuesto de arriba pese a la ficción democrática. Son los gobiernos, son los jefes, son las juntas, son los comités los que dan la orden, tienen el poder, la iniciativa, las ideas, la acción."

"En las asociaciones de tipo social las iniciativas proceden de abajo y de abajo proceden las ideas, la fuerza y la acción. Así se hacen los hombres libres, así se sueltan a andar"

Tuve, en vísperas de las pasadas elecciones, la humorada de asomarme al paraíso de cierto teatro donde se celebraba un mitin electoral. Era para mí un espectáculo nuevo en el que tomaban parte antiguos amigos de amplias ideas con gentes nuevas de limitadísimas orientaciones. Salí de allí con la cabeza caliente y los pies fríos. Tuve que soportar una regular jaqueca de providencialismo político y, naturalmente, sufrí las consecuencias. Estoy maravillado. No pasan días por las gentes. No hay experiencia bastante fuerte para abrirles los ojos. No hay razón que los aparte de la rutina.

Como los creyentes que todo lo fían a la providencia, así los radicales, aunque se llamen socialistas, continúan poniendo sus esperanzas en los concejales y diputados y ministros del respectivo partido. «Nuestros concejales harán esto y lo otro y lo de más allá.» «Nuestros diputados conquistarán tanto y cuanto y tanto más.» «Nuestros ministros decretarán, crearán, transformarán cuanto haya que decretar, crear y transformar.» Tal es la enseñanza de ayer, de hoy y de mañana. Y así el pueblo, a quien se apela a toda hora, sigue aprendiendo que no tiene otra cosa que hacer sino votar y esperar pacientemente a que todo se le dé hecho. Y va y vota y espera.

Tentado estuve de pedir la palabra y arremeter de frente contra la falaz rutina que así adormece a las gentes. Tentado estuve de gritar al obrero allí presente y en gran mayoría:

«Vota, si, vota; pero escucha. Tu primer deber es salir de aquí y seguidamente actuar por cuenta propia. Ve y en cada barrio abre una escuela laica, funda un periódico, una biblioteca; organiza un centro de cultura, un sindicato, un círculo obrero, una cooperación, algo de lo mucho que te queda por hacer. Y verás, cuando esto hayas hecho, como los concejales, los diputados y los ministros, aunque no sean tus representantes, los representantes de tus ideas, siguen esta corriente de acción y, por seguirla, promulgan leyes que ni les pides ni necesitas; administran conforme a estas tendencias, aunque tu nada les exijas; gobiernan, en fin, según el ambiente por ti creado directamente, aunque a ti maldito lo que te importe de lo que ellos hagan. Mientras que ahora, como te cruzas de brazos y duermes sobre los laureles del voto-providencia, concejales, diputados y ministros, por muy radicales y socialistas que sean, continuarán la rutina de los discursos vacíos, de las leyes necias y de la administración cominera. Y suspirarás por la instrucción popular, y continuarás tan burro como antes, clamarás por la libertad y tan amarrado como antes a la argolla del salario seguirás, demandarás equidad, justicia, solidaridad, y te darán fárragos y más fárragos de decretos, de leyes, reglamentos, pero ni una pizca de aquello a que tienes derecho y no gozas porque ni sabes ni quieres tomártelo por tu mano.

«¿Quieres cultura, libertad, igualdad, justicia? Pues ve y conquístalas, no quieras que otros vengan a dártelas. La fuerza que tú no tengas, siéndolo todo, no la tendrán unos cuantos, pequeña parte de ti mismo. Ese milagro de la política no se ha realizado nunca, no se realizará jamás. Tu emancipación será tu obra misma, o no te emanciparás en todos los siglos de los siglos. Y ahora ve y vota y remacha tu cadena.» Ricardo Mella. Periódico "Solidaridad Obrera", Gijón, 25-XII-1909 En la web "La Cueva de Zaratustra".

Casi cien años después, las palabras de Ricardo Mella sobre el voto, la democracia, y su forma de proponer la construcción de una sociedad civil, tienen toda la plenitud de la vigencia de un siglo en el que al mundo le ha pasado de todo para que la gente siga creyendo que no pasará nada. Es incontable el número de personas que a lo largo de la Historia han tenido 'razón', han intentado enseñar, iluminar, poco a poco, el camino a otros seres humanos para que la senda tuvieras principios y un recorrido tan largo como la línea recta en la que no hay atajo que la concluya. Y sin embargo, después de miles de años, de miles de millones de personas naciendo y muriendo, pensando que la vida era una atajo a la eternidad o a la nada, las sociedades se siguen construyendo con la misma substancia que Ricardo Mella declara, vota pero escucha.

De una anarquista siempre podemos aprender todos. Ricardo Mella lo fue. Si los partidos fueran un producto de la sociedad y no al revés, como rubrican, cada viernes, los gobiernos, hasta las gentes de derechas podrían llegar a creer en una revolución que ningún daño les hiciera. Sólo los elementos psicóticos de la sociedad, aquellos que construyen su identidad sobre la identidad de otros, pisándola, pueden oponer sus egos a las revoluciones tranquilas, a la permanencia del cambio social que se construye, o no, ¿a quien le importa?, día a día, en cualquier pueblo, en cada ciudad. No nos cambiemos por ellos. Si la sociedad no es como nosotres, seamos nosotres la sociedad. Cualquier otros camino que no recorra la democracia es una ficción en la que los que hombres son lo que no son y la sociedad cree ser lo que no es. Como en la 'leyenda' anarquista, no la vendamos, a la democracia, como a una mercancía.