La Izquierda del Siglo XXI. La Izquierda Libertaria.

12 de noviembre de 2006

La Red Hipertcontextual. Parte VII.

Parte VII. Lo que a nadie parecía.

La producción para el uso del pistolero con el que Hawks presentaba una comedia de los fantasmas de la mentira, el cinismo y la hipocresía, es reiterativa del espectáculo contemporáneo de la comunicación. Ni siquiera paradigmática puesto que el espectáculo no genera paradigmas sino repeticiones. Tal sociedad cree -que no crea- a personajes sobre el escenario, individua a la masa, la cree - la recrea- consumidora de información y no creadora de situaciones y de lugares en los que aprender. Lo real (lo inverso del espectáculo), o sea mucho más y mucho menos que lo posible, es ayudar a generar espacios donde el aprendizaje se dé y se reciba. Y eso es tanto así en un ámbito universitario, educativo, como en cualquier otro espacio *real*, porque ni siquiera en lo que le es exterior al espectáculo, o sea, en su superficie, se aprende ni se enseña. Por tanto es una propuesta para crear espacios nuevos, quizás en solares donde no es posible partir de cero, quizás ya en ninguna parte es posible partir de cero y los espacios son sólo distancias entre una ciudad y la misma, pero aún no habiendo vacío hay huecos, situaciones, momentos que están a la inversa de esa superficie y en los que las comunidades pueden construir y pueden construirse a si mismas.

Una sociedad global, planetaria, se constituiría en la ciudad común, que dé igual estatuto de ciudadanía a tod@s, que articule las diferencias culturales, lingüísticas, personales incluso, a base de contextos progresivos, que la estructuran, que generen intersecciones no como cruces sino como plazas, espacios de encuentro, de entendimiento. Pero la ciudad mundializada, la aldea de la globalización capitalista, ejecuta contextos únicos, no plurales y no singulares, univocidades, conformaciones, continuidades, repetición: en esa máquina simple cultural no hay fueras de contexto y al haber un único contexto -redunda- la diferencia se traduce rápidamente como error ajeno, del “otro”; es la máquina que no produce nada que no pueda asimilar, pero también al revés.